martes, 29 de mayo de 2007

La cúpula


De repente, al mirar hacia arriba divisó la cúpula de la catedral. Majestuosa, luminosa, perfecta, con una simetría digna de un panal de abejas. Y sin saber por qué de pronto se preguntó qué era lo que estaba haciendo allí. Allí en medio de toda aquella gente que miraba los muros, los cuadros, las vidrieras... gente que, distraída, se chocaba entre ella, gente que vagaba entendiendo más bien poco y hablando más bien mucho.

Y sin pensarlo dos veces, sin poder evitarlo, abrió los brazos y se elevó del suelo, se elevó más y más y, rompiendo el cristal, se escapor la ventana de la cúplula que hacía sólo un instante contemplaba desde el suelo...

3 comentarios:

González Luis dijo...

Será tu alma acaso? Serán tus sueños? Que excelente forma de ubicarse en el espacio!

Anónimo dijo...

volando voy, volando vengo...

Luces del Interior dijo...

El dolor, el dolor voló y se marchó para siempre, da paso ahora a la verdadera razón de estar en este instante. El dolor, el dolor voló.